sábado, 28 de febrero de 2015

Lo que Adelsio provoca


    Por Elias El Hage
    Hay que empezar a mirar con cierto detenimiento lo que está ocurriendo en torno a la figura del hermano Adelsio Delfabro.
    Desde que se supo que sería trasladado, junto al único hermano que le queda al Colegio San José, no han cesado las manifestaciones en contrario. Primero fueron las de corte político: la carta del intendente Miguel Lunghi pidiendo que se revea la medida; luego la demanda que en la misma línea solicitaron todos los bloques del Concejo Deliberante.
    adelsiogente1
    Anoche, una manifestación de padres y chicos del San José, que se difundió en las redes sociales –sobre todo en Facebook- pasó de la retórica a los hechos. No recuerda la historia del Colegio (y muy probablemente de ninguna Institución educativa de Tandil), que una importante cantidad de vecinos salga a la calle para pedir la revisión de una medida que tiene desde el dogma un carácter irreversible: los votos de obediencia a las que están sujetos todos los hermanos. Pero la fuerte movida política que produjo la noticia del traslado de Adelsio había dejado el tema en stand by.
    Anoche ocurrió lo que faltaba: la manifestación de los padres y alumnos de un Colegio que no se ha caracterizado, precisamente, por la puesta en escena de la rebeldía en masa. Este acto sólo pudo provocarlo Adelsio Delfabro.
    Hace semanas fui a verlo para hacerle una nota, pero la desestimó cortésmente. Luego lo encontré de casualidad allí donde suele estar, lo inviten o no: en el velorio del padre de un amigo, dispuesto a llevar sus palabras a familiares y amigos del difunto en el momento del último adiós. “Perdóneme que no lo haya atendido pero estoy de duelo”, me dijo. Y musitó: “Si al menos me dieran un año de tiempo para prepararme”. Se refería a ese paréntesis necesario para elaborar la pérdida ante la mudanza obligada.
    Se ha dicho mucho sobre el equipaje intelectual de Adelsio, su neto rol de formador, la fuerte incidencia moral que tiene en la Institución y más allá de ella también. Pero seguramente hay algo más, vinculado a lo intangible, al brillo del alma, a lo que no fulgura en la condición humana de cualquiera de los mortales, que produjo lo que faltaba: la movilización de padres, alumnos, chicos y grandes, para pedir que Adelsio siga aquí, en su colegio, en su Tandil. No es nada frecuente lo que ocurrió anoche. No fue un acto para la prensa, es decir de categoría mediática, pues de hecho este portal de noticias fue el único que lo cubrió al descubrirlo de manera azarosa. Fue una manifestación que caminó los cincuenta metros de la Plaza Independencia al centenario colegio con una consigna prácticamente inédita en la educación –privada y pública- de la historia de la ciudad. Parafraseando a un slogan electoral del inefable caudillo riojano: Adelsio lo hizo, pero desde su más completo silencio. No fue un hecho menor y quizá tampoco sea el último.